martes, 9 de diciembre de 2014

Campo adentro

Que llueva, que caiga toda el agua si así tiene que ser.
Que se escuchen los truenos fuertes,
que se escuche el ruido de las gotas.
Que cambie el olor, el humor, el amor.
Si llueve y no para hasta mañana,
habrán otros espectadores del agua.
Amantes de la lluvia,
no dejen de pensar en ella,
hasta que no caigan piedras por favor,
no buscar ningún techito.
Si de repente se detiene y deja de escurrirse
y se seca el oxido de los pasamanos,
como en fuerza de corrosión.
No apurarse,
no se desesperen,
que cuando hay lluvia todo el pueblo esta bajo nuestro poder.
El asfalto no se habrá secado,
esto puede seguir,
podría llover por mucho tiempo mas.
Es difícil que todos ignoren la lluvia,
por eso se que todo esta bien.
Preparan el almuerzo y se mojan,
abren las silletas y se mojan,
cantan una estrofa y piensan,
como se deberían estar mojando.
Mas que algunos pajaritos queriendo acomodarse,
cuando llueve los planes se mojan.
Ahora si, las nubes van rápido como las horas.
Se abre el cielo y los campos aclaran el verde pastoso,
me quedo mas solo que nunca, extrañando.
Ahora si,
puedo respirar mejor.

miércoles, 17 de septiembre de 2014

24 Calles

En la calle se esquivan los impulsos de tocarse, con los codos, las costillas.
En la calle se nota la necesidad de compartir los momentos que pasamos solos.

En la calle se simulan las miradas o se mira demasiado.
En la calle paso vergüenza por cosas que nadie las nota.

De la calle se aprenden olores que se graban y después se reproducen en cualquier momento de la vida.

La calle transpira por el verano, se seca con el fríos de los inviernos y recibe las hojas del otoño.
Los arboles de la calle ven florecer sus copas en primavera.

La calle, antes de ser calle pudo haber sido vereda, entonces encima, fue calle. Antes de ser vereda, la calle, pudo ser piedras, entonces encima, fue vereda y después calle. Antes de ser piedras, la calle, pudo haber sido simplemente tierra, entonces encima, el hombre se encargo de convertirla en piedras, veredas y calles.

No siempre se cruza, en la calle, un joven y un viejo que llora como un niño. ¿Sera por que se esta empezando a pudrir en el olvido? Lo cierto es que en la calle transcurren secuencias mientras que la imaginación arma posibles historias que nos gustaría creer. Como la del apurado pero observador.
El apurado pero observador se cruzo con un viejo que lloraba sin consuelo, el apurado observador primero pensó que a esa edad, cuando las arrugas son cunetas de varias épocas, ya no queda nada que valgan los lamentos. Rápido se acordó del karma de existir y entendió que esas lágrimas, que esa ducha de agua corporal, sufría por algo profundo. Pero por ir tan apurado descartó cualquier hipótesis que podría haber resuelto el misterio del llanto y despidiendose de aquel alarde de la situación alcanzo a leer cinco metros después, en la calle:
"Lugar del olvido"
 Así que no habían mas dudas, cualquier cosa que le hubiera pasado venia de ahí, de la calle. A veces es tan fría que hay personas que olvidan a otras personas que en algún momento fueron queridas. Pero el observador apurado sabia que a veces la mente engaña o no se lleva bien con la voz de los ojos. Al segundo y medio vio bajar por una escalera directo a la calle a dos viejos que se sentían culpables según sus caras, se pararon justo debajo del cartel, miraron y agitaron sus brazos en dirección al viejo que desapareció doblando a la esquina, media hora después fue solo un viejo llorón.
Total, para las personas mayores, da lo mismo si es un geriátrico o una guardería, siempre y cuando abra a las seis.

En la calle también se caen cosas, Aparicio me contó que a la modesta Jaqueline se le escurrió el anillo de oro directo al suelo y, tras buscarlo por horas, dejo plantado a José en la vieja estación de ómnibus sin saber que la felicidad la esperaba oculta en un "si". El anillo no fue fruto del trabajo de nadie y Aparicio diría que es de procedencia dudosa, regalado a Jaqueline por Mauricio, su marido, que gozaba de la avaricia y del golpe en el cuerpo de los niños en una casa de silencios. Mauricio contrataba a Aparicio que, a su vez,  tiene una hija tan flaca que jamas quedo atascada, ni la apretaron, ni se lo merece, porque a los tres días de la ilusión del trabajo, el falso carismático echó a patadas a Aparicio hasta la calle y lo metió con la policía culpado, incorrectamente, por la desaparición de un anillo. En el medio del hambre la muy flaca encontró la joya en los adoquines de la calle y por primera vez el suelo hizo justicia, Aparicio me contó esta historia y la flaca engordo de amor con José, un amor de terminales y viajes anunciados.

Él, camina detrás de ella durante tres cuadras bajo el sol, mirando fascinado, como mueve el tatuaje que rebota en sus piernas, los tacones se afirman al piso de la calle y la cola es base de la cintura transpirada. Parece que se enloquece con solo verse a si mismo en una habitación semi oscura con ella y una mano que sube y baja caliente en su pierna derecha que, a propósito, lleva un short de jean cortado. Quiebra la cintura y solo queda una cuadra de placer visual que se le hacen rabia en sus ojos. Delirado mete la mano en su bolsillo imaginando que es la mano de ella apretando no se que cosa. Yo puedo verlos, pero como en la calle también se regresa a casa, ya sea porque me habré olvidado de algo o porque me arrepentí de ir a visitar a alguien que conocí ayer, vuelvo.
Ella nunca sabrá que la pensaron desnuda dos cuadras mas atrás y él quedara para siempre con la incertidumbre de no saber si ella buscaba amor, sexo o la parada del quince.

Y así, como parece que afuera pasa la vida que nos perdemos, voy a instalarme en algún lugar con dos silletas y abriré la invitación para quien se quiera sentar a contarme que más paso ayer en la calle.

Merioparana.


viernes, 8 de agosto de 2014

Obra verídica normalmente irreal

Por suerte me cae muy bien, este polaco enfermo que solo dice coherencias, pobres, algunos piensan que esta loco.
Acelera un trago que por suerte es de agua y raramente es de agua y toca otra canción.
Después de hacer un tema del flaco arranca con el Indio deleitándonos algo de su nuevo disco, ese de los muchachitos y los pajaritos. Se ríe y le digo:
-¿Por que tenes las manos pintadas?
-Porque me mandaron a trabajar
-Pero, ¿tenias que usar todo el brazo para pincelear? Le pregunto.
El gringo se acomoda los rulos que le sobresaltan por toda la frente y pone esa cara de querer explicar algo:
-Mira vieja, cuando termine la escuela me di cuenta que no me gustaba lo´camino tradicionale de seguí viviendo, si vamo al caso, no elegi viví tampoco. No quiero ni un auto ni mucha plata, por eso deje de estudiá. Con uno peso pa´ desayuná yo me conformo, porque soy conformita. No me interesa i´a comé a lugare lujoso ni mostrame con mujere rajante. No me importa lo que piense mi mamá mi hermana mi papá y hace poco dejo de importame la opinion de mi abuela y que en pá descance esa mujer. Jamá pense en forma ni una familia, ¿pa´que? ¿pa´ trae a otro que tampoco eligieron viví acá? ¿encima comigo? Pobre!
Alado de una chica puedo durá lo que dura mi tiempo en el cielo, si es que dió exite y aceta pescadore.   Hasta que por ultimo me llego lo ma´ facil, acetar esta cabecita, acetarme tal y como soy.
El sonido de la ultima palabra arrastrada quedo vibrando en mi cabeza, el gringo no había perdido el paraguayo que tanto sabe cuidar, a pesar de vivir en Argentina, en su pueblito
Quede suspendido por unos segundos, mirando un poco a la mesita ratona de casa y un poco a él, aunque con resignación. Revise la heladera por quinta vez y le dije:
-Todavía no me respondiste lo que te pregunte,
-¿Que ma´queré sabe? Responde.
-¡Porque apareces todo pintado pue`chamigo!
- Esta bien, te voy a contá que paso. ¡Eso si! Donde yo vea que no me creé lo que te voy a contá freno la conversación y no te cuento nada, ¿Estamo?
-Listo, voy a hacer lo posible.
A partir de éste momento el tiempo empieza a transcurrir con gravedad y de forma lenta, como si nada tuviera que ver con la vida misma, el gringo dijo:
-Cuando terminé de hace catarci de lo que me pasaba sali a las calle de la comuna, era aproximadamente la 20 horas y yo tenia una sé barbara. Fui directo al kiosco de la "Pety" y compré un vinoto como pa´no manijeá tanto con todo eso que me atormentaba. Casi llegando de nuevo a casa me apareció la chispa que estaba buscando, ¡yo soy un artista de hace rato me dije! y cuando cruce el portón de la casa me paso algo que nunca había vivido. Fue como una juerza que me elevó a otro plano.
En el medio del patio había lata de pintura que yo no había puesto ahí viste, de color verde, rojo y amarillo. También había un pincel que no me sirvió porque esa juerza me llevo a usar los brazo y las mano. Algo me dijo que a mi cuarto le hacia falta mucho color y no pude parar de pintar hasta las 6 de la madrugada, te juro que no podía parar.
A las 8 y media de la mañana mi papa me agarro de la oreja y a los cintarazos me hecho de la casa me dijo que no aparezca mas por ahí, me tiro la guitarra y el vino por la cabeza.
Había sido que el dibujo fue mas allá, frase que ni me acuerdo, garabato y nota musicale por toda la casa y yo no recuerdo habe´salido de mi dormitorio. Pobre mi familia chamigo, la casa debe sé motivo del chiste en toda la comuna, ¡si viera como quedo!
Depué de eso caminé hasta la terminal y busqué algo pa´descorcha el tinto, no encuentro esplicacion alguna de lo que paso anoche, ¿vó me cree no cierto?
La verdad es que no sabia si reírme o llorar, la forma en que me contaba, como movía sus manitos y abría los ojos. Su relato parecía convincente pero estaba casi seguro que éste me quería dejar loco.
Me cague de risa con la espina de sentirme un traidor y por fin solté:
-Gringo, ¿Estas buscando un lugar acá en casa? No tengo problema que te quedes pero no hace falta inventar semejante historia.
-Yo sabía que iba a pensar mal, vó no cambiá má, no creé en lo que no vé y ¡asi te va a í!
-Bueno ya fue, deja de hablar tantas pavadas y vamos a buscar nuestro tinto, no sea cosa que seamos abducidos.
En ese momento salimos de mi casa hasta la vereda y doblamos a la derecha hacia una de las calles que el año pasado la hicieron de mano contraria a lo que fue siempre. Afuera el aire estaba cargado de humedad, la ropa quedaba pesada y las espaldas se empezaban a pegar en las camisas que chorreaban transpiración.
Cruzamos la carnicería mas cara del planeta y después otra calle que corta a la que fue invertida de mano, yo apreciaba lo que ocurría dentro de los automoviles de toda esa gente que parece apurada por el simple hecho de andar en cuatro ruedas y el gringo miraba al piso buscando algún billete.
 Por fin llegamos al kiosco del musculoso, yo fui directo a la caja y el gringo a buscar el fin ultimo de todo encuentro, el placer de la gente mayor y menor, eso que te hace reír o llorar, que algunos saben juzgarlo de saludable y, otros, destructor. El tinto.
Saque unos billetes arrugados del bolsillo y el gringo colaboro con unas monedas, mis manos empezaron a transpirar cada vez mas pero supuse que era culpa del calor. Mister músculo nos quedo mirando y nosotros a él, esperando algo de cambio. La plata era justa y el cigarro suelto paso a un segundo plano.
Con un despedir de caras tontas nos dirigimos a la misma puerta por la que entramos, yo estaba nervioso y no encontraba explicación alguna, el temblor se apodero de mi cuerpo como si la intuición de un momento increíble fuese la pura verdad. No estaba listo para salir de ese lugar.
Con las dos patas afuera del almacén fui testigo de algo que ustedes no podrán creerme y tampoco espero su reconocimiento, la verdad es que me alcanzo con la presencia de ese gringo demente.
No muy lejos, entre un edificio ubicado a cuatro cuadras del lugar y otro que casi se sobrepone al primero, aunque un poco mas lejos, vimos lo que no se puede ver ni contar.
Y acá estoy, contando. Como si las ventanitas que irradiaban esa luz amarilla no me haya alcanzado para quedarme callado. Como si el movimiento lento del chaperío metalizado no me haya bastado.
En ese momento por mi cabeza cruzaron pensamientos de todo tipo, los seres mas extraños del planeta olvidaron hacerse invisibles y se prestaron a nuestros ojos a plena luz de la tarde, no hizo falta ningún estimulante, ninguna droga, allí estábamos los dos, parados, babeados, asombrados.
Corrí hasta la esquina de la calle cambiada y el gringo me siguió detrás. Los muy desquiciados flotaron a escasa velocidad y altura hasta ocultarse detrás del primer edificio.
Salte de alegria, abracé al gringo, volví a saltar mientras buscaba otra perspectiva que me ayudase a revelar el misterio. Pero los malditos nunca salieron de ese lugar, como si por error cayeron en la tentación de ser tan obvios, ¡de dejarse observar con tanta nitidez!, por un momento entendí que no eran tan inteligentes, que jamas habían tranzado con el presidente de Estados Unidos y que el Área 51 era igual de obvia que sus propios protagonistas.
Por suerte no estoy solo, pero por favor, si después de leer este relato alguien desaparece sepan aceptar la causa y consecuencia de las cosas.
Gringo, ahora se que no estas loco, estamos locos los dos.


Meríoparana(da)

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jueves, 10 de julio de 2014

La noche de un tirón (desde adentro hacia afuera) Parte 1/2

Estoy en el dormitorio, esta fresco por culpa del calor. Esas estufas que van añadidas a la pared también tienen la culpa, mi cuarto no llega a calentarse. Hace poco me di cuenta que cuando me paro sobre las sillas siento el calor que debería estar sobre el piso. Entonces, tengo que aprender a volar mas para aprovechar esa estufita.
Enciendo el velador, llamo así a una base de madera, una tapa de cuaderno estudiantil y un foco bajo consumo. La tapa es traslucida de color amarillo y permite manejarse en la habitación sin necesidad de encender la luz del techo, que encandila y molesta por cierto.
Nada que ver pero cada vez me gusta mas este cachivache de velador, amarillo velador, lumínico velador.
No tengo mensajes, tampoco esos mensajes mas modernos y menos videollamadas en mi celular que, rogando, me dice la hora.
Voy para la cocina, luego al comedor, no hay nada que separe ambos ambientes. Ni bien volteas la cabeza podría aparecerte el baño o la sala con sus sillones.
Suelo imaginarme a mi vecina, no la del terreno baldío sino la que vive al lado. Debe oler a rosas, toda enjoyada y enjabonada (quizá no exista esa palabra). Ellos si que deben tener mil ambientes, no exagero si pienso en el perro durmiendo en su propio cuarto, hasta seria lógico si de noche jamas se oye un ladrido.
Son las diez y media, por supuesto no prepare la comida, ni amague en buscarla. Así que me enrolo un tabaco para calmar este monstruo que habita en la panza que, entre ruidos y gruñidos, viene aguantando desde el mediodía.
Hace mas de un mes que deje de fumar. Que deje de fumar los cigarrillos nacionales que venden en los kioscos. Los cigarrillos nacionales que venden en los kioscos son cada día mas caros.
Lo cierto es que un amigo me paso el dato de lo mal que me hacían. Hablo del monoxido de carbono, del alquitrán, de la nicotina, ¡hasta de la pólvora! (por esos anillos que apenas se notan a lo largo del cigarro).
Perdón amigo pero, por mas que me tenga que encargar del ensamblaje tabacal entre sedas y filtros, sigo escupiendo flema (con los dientes amarillentos), sigo sin poder jugar una hora de fútbol y, sobre todo, sin parar de fumar.
En casa estoy solo, mi compañero de usufructo se marcho con su bicicleta de carreras vaya a saber donde.
Estoy solo pero hablo con alguien que, desde adentro, responde a todas mis inquietudes. Le pregunto porqué es tan impaciente, porqué de estar en perfecta armonía conmigo se vende a otro juego con tal de sumergir mi cabeza en el mar y verme patalear y gritar como un loco. Hasta llegue a preguntarle:
-¿Que necesitas de mi?¿No podes verme bien y listo?¿Siempre vas a cobrarte todos los picos mas altos de alegría?
Me asusta eso de la esquizofrenia, de la bipolaridad.
-¿Llevo cargando con algo de eso sin darme cuenta? o ¿Todos cargan con esas situaciones y los nombres son puro ropaje con el fin de seguir fomentando el ingreso a las clínicas de salud mental o la venta de pastillas antidepresivas?
Como suele pasar con estas cosas, al rato me deja en paz.Los murales vuelven a reconstruirse y las edificaciones que alguna vez levante se dejan ver. Justifico ese momento de sabor a nada cuando caigo que a todos les pasa. Siempre me lo dicen pero me aparto pensando que mi caso es especial. Que se puede sentir lo mismo. Eso creo. Déjenme tranquilo que es así.
Las adquisiciones del interno las dejo un amigo, casi todo lo que me rodea no es mio. La mesita ratona, el sillón largo y los dos individuales, sus placares, etc, etc.
Por mas que la casinha se alquile durante veinte años mas, ningunos sillones quedarían tan acorde al color de los machimbres y las puertas o a los azulejos del piso.
De repente, vuelve a arrancar muy fuerte el motor de la heladera, me pego un susto y la vuelvo a mirar con resentimiento.
También hay un estante que no deja de hacer juego con el resto de las cosas, en el se dejan reposar un tablero de ajedrez, sobre el tablero hay un rey con miedo y dos alfiles que lo vigilan desesperados. Un equipo de música que parece caído del cielo y agradece si nunca mas pasan por el.
Salgo del contexto.
Me canse de pensar en todo eso.
Es agotador hablar para adentro.
Hay música, se siente la banda sonora fluir en cada hueco del hogar. Aprovecho que ningún perro se puso a cantar y me tiro a descansar en el sofá.
No pasan ni tres minutos y escucho otro ruido fuerte.
Esta vez es la puerta que da hacia la calle, (Alejandro se quedo encerrado)
Abro despacio la puerta de casa cosa de atraparlo a él o a quien quiera que sea
(El tipo se quedo encerrado y la culpa es cien por cien de su llave)
Me voy asomando y... ¡Veo que no hay nadie!
Y, ¡OTRO GOLPE FUERTE!
(El enfermo se paso al baldío, temo que esté en la casa deshabitada)
Tomo el palo del escurridor, no voy a dejar que tomen esa casa antes que nosotros...
(El psicópata ¿tendrá enterrada a su ex mujer que, por cierto, no la vi nunca más?)
Sigo escuchando algo pero al fijarme bien, el loco esta en su casa y mira televisión. Ya no importa quien pueda ser.
Lo dejo pasar.
Alejandro tiene un piso de altura respecto a mi casa, sin embargo, no creo que viva para mi. Aunque me parezca un poco siniestro por atender con tramontinas o por la desaparición de su pareja, es un tipo macanudo.
Ya estoy mas feliz que hoy y apareció un mensaje de alguien para vernos en la plaza de las artesanías en una hora.
Cazo la campera que alguna vez fue de mi papa, unos pesos que alguna vez fueron de mi mama y algo para fumar.
Apago el velador amarillo, bajo la estufa al mínimo y cierro la puerta adivinando la cavidad donde van las llaves. Encaro para el pasillo.
Cada vez que paso por la puerta de Alejandro trato de saber que pasa adentro de su casa.
Empiezo a ser absorbido, de a poco, por el paisaje nocturno y las luces amarillas de la calle.
La noche parece perdonar a los desabrigados y engripados,
Pienso: "Para que esperar el día ideal sera igual que siempre"
Salgo a la calle.



Merioparaná.







martes, 1 de julio de 2014

Entrecruzadas

Mentiría si digo que la soledad es el mejor remedio, 
me contradigo si pienso que me gusta estar solo.
Solo para extrañar la vida de afuera y, adentro,
para sentirme acompañado, aunque fuese por un ratito.

Me gusta ser feliz para extrañar la vida fría de estar solo
y, cuando se vuelve inmanejable tanto esfuerzo,
la tristeza me vuelve a revolcar hacia el vacío, (enter the void) 
pasando en diapositivas momentos de calor de la vida.
Que, juro, pensé que no existían.

Me gusta la locura para sentarme a meditar. 
Me gusta la paranoia para no pensar mas.

Siempre me estoy perdiendo,
a veces por un rato y muchas no recuerdo.
Cuando miro tu retrato llamo a la velocidad,
se comporta de acuerdo a tratar de olvidarte
y un segundo antes de tu escape 
la lentitud llega justo antes.
Ella y yo nos usamos,
para acordarnos
a escondidas,
de vos.

(Éste fue el primero, espero que os guste)

Gabriel
Padula