viernes, 8 de agosto de 2014

Obra verídica normalmente irreal

Por suerte me cae muy bien, este polaco enfermo que solo dice coherencias, pobres, algunos piensan que esta loco.
Acelera un trago que por suerte es de agua y raramente es de agua y toca otra canción.
Después de hacer un tema del flaco arranca con el Indio deleitándonos algo de su nuevo disco, ese de los muchachitos y los pajaritos. Se ríe y le digo:
-¿Por que tenes las manos pintadas?
-Porque me mandaron a trabajar
-Pero, ¿tenias que usar todo el brazo para pincelear? Le pregunto.
El gringo se acomoda los rulos que le sobresaltan por toda la frente y pone esa cara de querer explicar algo:
-Mira vieja, cuando termine la escuela me di cuenta que no me gustaba lo´camino tradicionale de seguí viviendo, si vamo al caso, no elegi viví tampoco. No quiero ni un auto ni mucha plata, por eso deje de estudiá. Con uno peso pa´ desayuná yo me conformo, porque soy conformita. No me interesa i´a comé a lugare lujoso ni mostrame con mujere rajante. No me importa lo que piense mi mamá mi hermana mi papá y hace poco dejo de importame la opinion de mi abuela y que en pá descance esa mujer. Jamá pense en forma ni una familia, ¿pa´que? ¿pa´ trae a otro que tampoco eligieron viví acá? ¿encima comigo? Pobre!
Alado de una chica puedo durá lo que dura mi tiempo en el cielo, si es que dió exite y aceta pescadore.   Hasta que por ultimo me llego lo ma´ facil, acetar esta cabecita, acetarme tal y como soy.
El sonido de la ultima palabra arrastrada quedo vibrando en mi cabeza, el gringo no había perdido el paraguayo que tanto sabe cuidar, a pesar de vivir en Argentina, en su pueblito
Quede suspendido por unos segundos, mirando un poco a la mesita ratona de casa y un poco a él, aunque con resignación. Revise la heladera por quinta vez y le dije:
-Todavía no me respondiste lo que te pregunte,
-¿Que ma´queré sabe? Responde.
-¡Porque apareces todo pintado pue`chamigo!
- Esta bien, te voy a contá que paso. ¡Eso si! Donde yo vea que no me creé lo que te voy a contá freno la conversación y no te cuento nada, ¿Estamo?
-Listo, voy a hacer lo posible.
A partir de éste momento el tiempo empieza a transcurrir con gravedad y de forma lenta, como si nada tuviera que ver con la vida misma, el gringo dijo:
-Cuando terminé de hace catarci de lo que me pasaba sali a las calle de la comuna, era aproximadamente la 20 horas y yo tenia una sé barbara. Fui directo al kiosco de la "Pety" y compré un vinoto como pa´no manijeá tanto con todo eso que me atormentaba. Casi llegando de nuevo a casa me apareció la chispa que estaba buscando, ¡yo soy un artista de hace rato me dije! y cuando cruce el portón de la casa me paso algo que nunca había vivido. Fue como una juerza que me elevó a otro plano.
En el medio del patio había lata de pintura que yo no había puesto ahí viste, de color verde, rojo y amarillo. También había un pincel que no me sirvió porque esa juerza me llevo a usar los brazo y las mano. Algo me dijo que a mi cuarto le hacia falta mucho color y no pude parar de pintar hasta las 6 de la madrugada, te juro que no podía parar.
A las 8 y media de la mañana mi papa me agarro de la oreja y a los cintarazos me hecho de la casa me dijo que no aparezca mas por ahí, me tiro la guitarra y el vino por la cabeza.
Había sido que el dibujo fue mas allá, frase que ni me acuerdo, garabato y nota musicale por toda la casa y yo no recuerdo habe´salido de mi dormitorio. Pobre mi familia chamigo, la casa debe sé motivo del chiste en toda la comuna, ¡si viera como quedo!
Depué de eso caminé hasta la terminal y busqué algo pa´descorcha el tinto, no encuentro esplicacion alguna de lo que paso anoche, ¿vó me cree no cierto?
La verdad es que no sabia si reírme o llorar, la forma en que me contaba, como movía sus manitos y abría los ojos. Su relato parecía convincente pero estaba casi seguro que éste me quería dejar loco.
Me cague de risa con la espina de sentirme un traidor y por fin solté:
-Gringo, ¿Estas buscando un lugar acá en casa? No tengo problema que te quedes pero no hace falta inventar semejante historia.
-Yo sabía que iba a pensar mal, vó no cambiá má, no creé en lo que no vé y ¡asi te va a í!
-Bueno ya fue, deja de hablar tantas pavadas y vamos a buscar nuestro tinto, no sea cosa que seamos abducidos.
En ese momento salimos de mi casa hasta la vereda y doblamos a la derecha hacia una de las calles que el año pasado la hicieron de mano contraria a lo que fue siempre. Afuera el aire estaba cargado de humedad, la ropa quedaba pesada y las espaldas se empezaban a pegar en las camisas que chorreaban transpiración.
Cruzamos la carnicería mas cara del planeta y después otra calle que corta a la que fue invertida de mano, yo apreciaba lo que ocurría dentro de los automoviles de toda esa gente que parece apurada por el simple hecho de andar en cuatro ruedas y el gringo miraba al piso buscando algún billete.
 Por fin llegamos al kiosco del musculoso, yo fui directo a la caja y el gringo a buscar el fin ultimo de todo encuentro, el placer de la gente mayor y menor, eso que te hace reír o llorar, que algunos saben juzgarlo de saludable y, otros, destructor. El tinto.
Saque unos billetes arrugados del bolsillo y el gringo colaboro con unas monedas, mis manos empezaron a transpirar cada vez mas pero supuse que era culpa del calor. Mister músculo nos quedo mirando y nosotros a él, esperando algo de cambio. La plata era justa y el cigarro suelto paso a un segundo plano.
Con un despedir de caras tontas nos dirigimos a la misma puerta por la que entramos, yo estaba nervioso y no encontraba explicación alguna, el temblor se apodero de mi cuerpo como si la intuición de un momento increíble fuese la pura verdad. No estaba listo para salir de ese lugar.
Con las dos patas afuera del almacén fui testigo de algo que ustedes no podrán creerme y tampoco espero su reconocimiento, la verdad es que me alcanzo con la presencia de ese gringo demente.
No muy lejos, entre un edificio ubicado a cuatro cuadras del lugar y otro que casi se sobrepone al primero, aunque un poco mas lejos, vimos lo que no se puede ver ni contar.
Y acá estoy, contando. Como si las ventanitas que irradiaban esa luz amarilla no me haya alcanzado para quedarme callado. Como si el movimiento lento del chaperío metalizado no me haya bastado.
En ese momento por mi cabeza cruzaron pensamientos de todo tipo, los seres mas extraños del planeta olvidaron hacerse invisibles y se prestaron a nuestros ojos a plena luz de la tarde, no hizo falta ningún estimulante, ninguna droga, allí estábamos los dos, parados, babeados, asombrados.
Corrí hasta la esquina de la calle cambiada y el gringo me siguió detrás. Los muy desquiciados flotaron a escasa velocidad y altura hasta ocultarse detrás del primer edificio.
Salte de alegria, abracé al gringo, volví a saltar mientras buscaba otra perspectiva que me ayudase a revelar el misterio. Pero los malditos nunca salieron de ese lugar, como si por error cayeron en la tentación de ser tan obvios, ¡de dejarse observar con tanta nitidez!, por un momento entendí que no eran tan inteligentes, que jamas habían tranzado con el presidente de Estados Unidos y que el Área 51 era igual de obvia que sus propios protagonistas.
Por suerte no estoy solo, pero por favor, si después de leer este relato alguien desaparece sepan aceptar la causa y consecuencia de las cosas.
Gringo, ahora se que no estas loco, estamos locos los dos.


Meríoparana(da)

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